miércoles, 11 de julio de 2012

Sin necesidad de pragmática

Sin duda la pragmática es uno de los campos más cautivadores de la lingüística. Pero de alguna manera, prácticamente imposible, no tendríamos necesidad de ella.

¿Qué pasaría si la gente simplemente dijese lo que pensase? 

De alguna manera es algo con lo que siempre hemos soñado. Pero por otra parte eso también tendría su gran parte negativa. La parte en la que dejaríamos de tener ilusiones, esperanzas o sueños. Simplemente lo sabríamos todo, ahí estaría, bueno o malo. Y es realmente la expectación de no saber a ciencia cierta algo es lo que crea en nosotros esa incertidumbre que tanto nos atrae.

¿Podrían a su vez convivir los sentimientos negativos con los positivos hacia una persona?

Porque en el fondo todos sabemos que nadie es perfecto. Y tienen sus defectos, y nosotros, tú y yo. Algunos claros. Otros resultan impensables de ser nombrados. Resulta atractivo pensar qué pasaría si desvelásemos a todos sinceramente lo que pensamos de ellos, sin tapujos.E imaginar sus reacciones. E intentar calcular cuántos de ellos permanecerían así a nuestro lado, si es que alguno de ellos permanece.

¿Qué más se perdería? ¿Qué más se ganaría?

Juegos de miradas, coqueteos,  permanencias innecesarias con algunas personas, familias, amor, amistad. Tal vez la mayoría de nuestras relaciones básicas.

Directos al grano, no más pérdidas de tiempo, no más comernos la cabeza por lo que no es, fuerza para seguir adelante, amor, amistad. Tal vez las mejores de nuestras relaciones.



Para bien, o para mal, el significado invisible seguirá presente en nuestra vida. Seguiremos enviando elaborados mensajes (o no tanto) y el oyente tendrá la responsabilidad de interpretarlo libremente y responder en base a lo que crea. Aunque también es cierto que existe la opción del silencio, tan llena de ambigüedad. Tan llena de "me importas pero tengo miedo" y "no me importas lo más mínimo".



miércoles, 4 de julio de 2012

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¿Qué busco en realidad? Me gustaría saberlo. A veces creo que no me falta nada. Otras me siento completamente vacía.
Voy recogiendo pequeños trozos de luz, pero se van pagando lentamente. Nunca parecen ser suficientes. Reflejos provenientes de cristales rotos, que nunca resultaron ser en realidad nada, tan solo frágiles espejos, espejos que me hicieron ver lo que en un determinado momento quería.

Rayos y destellos, todos cegadores. Todos hacen que cierre los ojos. Y me transportan a otro mundo, en el que puedo soñar, puedo imaginar.

Noches salvajes.
Dulces amaneceres
Abrazos interminables
Cientos de caricias
O... Libertad.

El eterno debate entre las ataduras y no tener freno. El placer de sentirte deseada, independiente. La satisfacción por otra parte de sentirte querida, necesitada.

Soluciones que llegan solas. Sin buscarlas y sin tener ninguna opción para elegir. Soluciones que me condenan, me llevan a la desesperación. Frecuentemente. Siempre. Me hacen dudar de quién soy. Me hacen dudar de todo.

Intento evadirme,
pero forma parte de todos nosotros.

Busco, pero no encuentro. Entonces dejo que me encuentren. Y de esta manera dejo lo mejor de mí, y a cambio recibo frustración, mezclado con insuficiencia propia. Y es cuando busco y busco dentro de mí.


Entonces abro los ojos. Todo está a oscuras de nuevo. De nada servirá negarme que no necesito luz. De nada servirá hacerme creer a mí misma que finalmente encontraré la luz que necesito.

Y seguiré buscando destellos.