¿Qué pasaría si la gente simplemente dijese lo que pensase?
¿Podrían a su vez convivir los sentimientos negativos con los positivos hacia una persona?
Porque en el fondo todos sabemos que nadie es perfecto. Y tienen sus defectos, y nosotros, tú y yo. Algunos claros. Otros resultan impensables de ser nombrados. Resulta atractivo pensar qué pasaría si desvelásemos a todos sinceramente lo que pensamos de ellos, sin tapujos.E imaginar sus reacciones. E intentar calcular cuántos de ellos permanecerían así a nuestro lado, si es que alguno de ellos permanece.
¿Qué más se perdería? ¿Qué más se ganaría?
Juegos de miradas, coqueteos, permanencias innecesarias con algunas personas, familias, amor, amistad. Tal vez la mayoría de nuestras relaciones básicas.
Directos al grano, no más pérdidas de tiempo, no más comernos la cabeza por lo que no es, fuerza para seguir adelante, amor, amistad. Tal vez las mejores de nuestras relaciones.
Para bien, o para mal, el significado invisible seguirá presente en nuestra vida. Seguiremos enviando elaborados mensajes (o no tanto) y el oyente tendrá la responsabilidad de interpretarlo libremente y responder en base a lo que crea. Aunque también es cierto que existe la opción del silencio, tan llena de ambigüedad. Tan llena de "me importas pero tengo miedo" y "no me importas lo más mínimo".