Pupilas negras, adaptadas a la noche. Apenas visibles ante aquella luz de verano.
Y aquellos iris.
Azules.Eternos somo el cielo.
Azules. Tan profundos como el océano.
Aquellos ojos que hablaban sin voz.
Susurraban sin sonido.
Acariciaban sin tocarte.
Ardías sin calor.
Enfriabas en el infierno.
Todo eso hacían esos ojos.
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