martes, 15 de mayo de 2012

Mientras tanto


Mientras tenga impulsos no necesito moral
Mientras tenga imaginación no necesito lógica
Mientras pueda soñar no necesito despertar
Mientras tenga arte no necesito ciencia
Mientras tenga esperanza no necesito ver la realidad
Mientras haga caso a mi instinto no necesito usar la razón
Mientras crea en la bondad no necesito buscar maldad
Mientras tenga ambición no creeré en conformarme
Mientras pueda decir la verdad no pensaré en apariencias
Mientras pueda hablar no callaré
Mientras haya luz no pararé
Mientras me guste ser quién soy no cambiaré
Mientras sea suave lo acariciaré
Mientras haya locura la abrazaré
Mientras tenga confianza avanzaré

Mientras haya un camino lo encontraré

domingo, 13 de mayo de 2012

Flashes

Tal vez es algo típico de casi todas las mujeres, todas las niñas y casi cualquier persona, algo que se le ha pasado por la cabeza a todo el mundo, pero bueno, yo tampoco iba a ser menos.
Siempre quise ser actriz, cantante o modelo. Esto último es lo que más me llamó la atención. Ponerte en frente de una cámara, o de cientos de personas y mostrarles lo mejor de ti. Ahora que ya soy más mayor lo dejo como un pequeño sueño incumplido de mi infancia, pero secretamente, cuando voy por la calle, cuando entro en cualquier lugar o estando incluso dentro de casa, ando como si todo el mundo me estuviese mirando.
Tal vez es un lado un tanto egocéntrico. Hay gente que me ha llamado chula o creída. Me da igual. Es uno de los pequeños placeres de los que puedo disfrutar, sentir que estoy bajo focos luminosos y que el mundo es mi público. Y esa es la única manera de alimentar al menos un poco mi autoestima.

Lo mismo siento cuando hago fotos. Disfruto haciéndolas, me divierto. No me avergüenzo de cómo soy. Al menos, no suelo hacerlo. Y tampoco me avergüenza mostrarme al mundo. Me da igual que me critiquen por las fotos que subo. Nadie critica fotos en revistas por tener menos ropa encima que yo. Y yo no me considero de una raza distinta. Todos somos humanos. Me gusta compartirlas, me gusta mostrarme. Me gusta que el mundo sepa quién soy y me tenga en cuenta, de una manera u otra. Me gusta destacar a mi manera. Aunque no sea la manera en la que me gustaría ser recordada, es algo. Es la única opción de al menos tener un hueco en la memoria de la gente.

En fin, con esto quiero dejar claro que no me avergüenzo de mostrarme, de ninguna manera posible, y que me gusta ser así.


sábado, 12 de mayo de 2012

¿ Y la cuchara de madera?

Cacerola al fuego. Agua hirviendo. Echo lentamente el contenido del sobre. Y ahora debería revolver para asegurarme que nada se queda pegado al fondo. Para ello abro el cajón de los cubiertos, pero cuál es mi sorpresa. Así no está la cuchara de madera. Miro bien. Revuelvo y revuelvo. Tal vez en el escurrecubiertos. Tampoco. Quizá en el escurreplatos... No, ahí tampoco está.
 Es sorprendente. Tenía la seguridad de tener una. Pero la sopa necesita ser revuelta. No tengo tiempo para pensar dónde está la cuchara, por lo que vuelvo a abrir el cajón de los cubiertos y cojo algo parecido a una cuchara. No es lo mismo, pero también sirve. No es lo que en principio estaba buscando pero puede servir de sustituto. Es extraño, pensaba que realmente tenía esa cuchara.
Vuelvo al ordenador para contar mi anécdota sobre la cuchara de madera y me acuerdo. Había usado esa cuchara para revolver el chocolate fundido que recubriría una tarta. Vuelvo a la cocina y encuentro la cuchara. Fría, recubierta de chocolate endurecido. Es evidente que está ahí, pero no disponible para poder usarla. La sopa ya está casi lista, y no merece la pena lavarla. Tardaría más en ello que esperar a que la sopa se hiciese revolviendo con el sustituto de la cuchara. Y la verdad es que me ha servido bien.

viernes, 4 de mayo de 2012

Cenizas de odio

Es algo que tiene ella dentro. 
No sabe a qué se debe.
No es bueno, la corroe por dentro.

Cierra un momento los ojos, quemándose por dentro. Los vuelve a abrir y en su rostro se dibuja una sonrisa. Siempre se ha preguntado si cuando lo hace parece auténtica. Quiere que sea como un acrílico. Ese material que borra de la superficie cualquier marca pasada. Y teme que solo sea una suave acuarela.
Sea como sea. Que el fuego se haya debilitado no significa que se haya consumido. Sigue ardiendo levemente. A veces sopla, dejándose llevar. Es una ignorante. Desconoce que así prenderá más.
Tiembla. Sí, tiembla. Siente además el calor. Y se paraliza. Intenta buscar algo desesperadamente que termine con lo que acaba de empezar, pero su cuerpo no responde. Incesante. 
Y tras el incendio las cenizas. Se van acumulando. No puede simplemente deshacerse de ellas. Escuecen demasiado y se le pegan por dentro. Quieren quedarse, y ella va aceptándolas como suyas.
Éstas tienen voluntad propia. Están hechas a base de crueldad, venganza y odio. Desean quemar, desean que todo arda en llamas.
Algo pequeño las retiene. Pequeños fragmentos de hielo que luchan por enfriar su interior. Se produce entonces una fusión entre el frío y el calor. No hay vencedor, solo una agradable temperatura.
Pueden entonces ocurrir varias cosas. Puede todo enfriarse hasta que una chispa vuelva a prenderlo todo. Puede volverse insoportable la necesidad de las cenizas por quemarlo todo. 
Será entonces cuando quiera contagiar el fuego. Y lo hará poco a poco, con cuidado, dejando pequeñas huellas en las que hay llamas enterradas.

martes, 1 de mayo de 2012

Existe algo así

Hay algo que me molesta bastante de las personas y que a veces siento que sigue presente. Más aún cuando es muy evidente. No voy a decir qué. Más que nada porque es algo que la mayoría de la gente que me rodea no hace. Pero una pequeña porción sí, y en eso me centro.

Actitudes sobre todo que te hacen pensar. Y cuando siguen a lo largo del tiempo van cambiando. Del desconcierto a la molestia y tal vez posteriormente a algo peor.

En fin, no me voy a detener mucho argumentando esto, no vaya a ser que diga más de lo que debo. Simplemente queda plasmado para sacármelo algo de encima.

No son mariposas, son náuseas

"Esta noche son los Mayos, no sé si tendremos sitio para cenar". Esta oración, dicha por el novio de mi madre, me recordó otra parecida que había sido por alguien hacía exactamente dos años.
Recuerdo qué llevaba yo puesto. Pantalones blancos, manoletinas blancas, una camiseta azul de tirantes y mi cazadora vaquera oscura. Y recuerdo qué llevaba él. Esa inconfundible chaqueta de rayas blancas y negras y unos vaqueros. Solía ir siempre igual, a veces combinando realmente mal.


No voy a hablar de eso. Y diciendo esto es de lo que precisamente escribiré. Si hay algo de lo qué precisamente no me gusta hablar es del pasado. Creo que actualmente sólo una persona sabe todo lo que pasó en mi vida. Al mismo tiempo de sentirte en cierto modo liberada, sientes que no te volverán a mirar con los mismos ojos. Ni a ti ni a quien te rodea.
No es sólo eso. No sabría ni por dónde empezar. No veo motivo por el que empezar a hablar del pasado. Eso ya quedó atrás. Vives con ello, lo tienes presente, pero no hay motivo por el que contárselo a los demás. Bueno, supongo que a veces es inevitable mencionar algo, pero será extraño verme contar anécdotas sobre alguien que precisamente no quiero recordar. Tampoco me gusta precisamente que me pregunten. Que me pregunten qué pasó me hace preguntarme a mí qué hice mal. Para mí siempre soy yo la culpable. O porque fallé o porque no lo vi venir. O porque estaba ciega.

En fin, no hay mucho más qué decir. Tengo mis asuntos que prefiero se queden donde están, o en su caso donde estuvieron. Y de ninguna manera pueden volver.