Un renacuajo.
Guiado por el camino que su entorno le ofrece.
Nada y nada por turbulentas aguas.
Toda su vida.
Obstaculizado por rocas, hierbajos.
Arañado. Viendo a los de su propia especie desaparecer.
Pero aún así no se plantea que haya otro camino.
Crece y crece, siguiendo el mismo riachuelo.
Hasta que llega un día.
Usa sus ancas para saltar.
Y paralelamente a ese camino,
ese camino que tan bien conoce,
se encuentra un riachuelo.
Tranquilo, en calma.
Claras aguas, brillantes.
Y la rana se queda inmóvil.
Confusa.
¿Puede realmente haber otro camino?
No puede ser tan fácil de seguir.
Y así la pequeña anfibia se encuentra dividida. Puede ser que toda su vida hubiese sido tan temerosa porque no había estado siguiendo el camino acertado. Tal vez a eso se deben todos sus arañazos. Pero, ¿realmente desaparecerán de sus patas por empezar a ir por el otro riachuelo?
Y más importante aún. ¿Ese riachuelo será navegable por tan pequeña rana?
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