martes, 4 de diciembre de 2012

Las ilusiones son barcos que se van a la deriva

¿Qué es lo que el mundo quiere? ¿Qué es a lo que aspiramos?
El mundo te dará una respuesta sencilla, formada por tres palabras: Dinero, salud, amor. Qué gran mentira.
Poco a poco la vida cambia. Todo cambia. Y todo lo que era simple antaño deja de funcionar. Ya no preocupa pasar un fin de semana con la familia o con los amigos. Ahora es más importante pasarse el último juego. Ahora es más importante tener el último móvil, la última videonconsola. Lo último lo que sea. Ya no preocupan los sentimientos. El mundo se mueve con interés propio. Ya no importan las palabras. Ya ni siquiera importan los hechos. ¿Y hacia dónde van? ¿Qué quedará?
Carrera. Trabajo. Matrimonio. Familia. Jubilación. Algo parecido es lo que está fijado. Lo que deberíamos hacer.

¿Y qué haría yo..? Me gustaría no tener la carga de deber nada a nadie. De sentirme libre y no tener remordimientos. De no tener la atadura de un trabajo, una carrera, de un deber impuesto. De ver algo nuevo cada día: un país, una ciudad, un idioma. De llenarme de experiencias y no de objetos. De sentir. De vivir como yo quiera.

Pero todo eso son ilusiones. Por mucho soñar no podemos derrotar la realidad con tan solo desearlo. Y ésta es un gran muro que nos ahoga, que cada vez se hace más alto. Que nos va tapando el sol. Y poco a poco vamos quedándonos entre sombras. Las sombras de lo que debemos hacer. Sombras que nos dan papeles en el mundo. Que nos colocan en posiciones exactas.
Y cuando queramos huir de ellas, será demasiado tarde. Ya estaremos rodeados.

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