lunes, 9 de abril de 2012

Ojímetro

"Si de verdad te gusta el arte, podrás verlo en todos los aspectos de tu vida"
Esas fueron ya palabras lejanas de alguien cuyo nombre no recuerdo. No importa, lo que realmente permanecerán en mí fueron sus palabras. No entendía ningún paralelismo entre mi técnica y mi vida. Al menos hasta hace poco.

Ahí tienes un bodegón. Lo observo, mucho. Tal vez demasiado. Clavo mis ojos en él hasta que esté preparada. Hasta que crea saber todos sus detalles. Hasta que piense que no puedo cometer ningún error a la hora de transcribirlo en el papel. Después elijo la dureza del lápiz. Sé que poca dureza es lo más indicado, sin embargo me gusta encajar con un HB, de mina gruesa. No dibujo líneas definitivas nunca. Aunque haya estado observando. Aunque dentro de mí esté completamente segura de poder hacerlo. Exteriormente solo podré trazar un par de líneas curvas que querrían ser rectas. Contorneo todo el conjunto. Sigo observando, atentamente, intentando no perder ningún detalle, analizando lentamente lo que voy consiguiendo y comparándolo con el real. Quiero que sea igual. Unos milímetros lo estropean. Unos huecos. Un borrón. Goma, goma y goma. Líneas de las que nunca estuve segura son eliminadas. Líneas que supe que iba a borrar pero igualmente tracé. Ahora me pregunto por qué lo hice. No importa, las seguiré haciendo siempre. Cambio de dureza. Un 2B o incluso un 3B. Tal vez esté haciendo las cosas mal, pero lo importante es el resultado. Trazo después de muchos estudios y análisis visuales líneas que asemejan mejor la realidad. Me aislo de todo. Mi mente está vacía, solo se concentra en el dibujo y la realidad. Estamos solos. Continúo trabajando concentrada sin pensar que puedo estar haciendo algo mal. De repente paro y observo. Un pequeño detalle está mal. No se puede salvar, hay que borrar. Borrar para poder hacerlo de nuevo y que quede bien. Borro con cuidado, intentando que no haya ninguna clase de borrón. A veces no se puede evitar. Puedes intentar taparlo posteriormente con un claroscuro. Si lo ocultas bien es muy probable que nadie lo note. Solo aquellos que profundicen en tu obra. Sigo, no me puedo detener por un pequeño contratiempo. Dejo que mi mano se mueva sola, en sintonía con mis ojos. El lápiz acaricia suavemente cada línea inexistente que mi visión dicta. Solo lo que veo. Solo y únicamente lo que veo. Porque solo soy capaz de transcribir lo que hay. Mi mente no es capaz de saber si hay algo detrás del conjunto. Aparentemente es un cuadrado. Es lo que veo. Es lo que sabré. Nunca sabré que en realidad se trata de un rectángulo si no lo giran. Por lo tanto dibujaré un cuadrado. Termino. Lo miro. No me gusta. Aquí hay un error. Esta sombra no es exacta. Lo he hecho mal. Lo he hecho mal de nuevo. No puedo hacerlo bien. No soy capaz. Miro a mi alrededor. Los dibujos de los demás no se parecen a los míos. Es normal, eligieron otro punto de vista. Ningún cuerpo puede estar en el mismo lugar que otro al mismo tiempo. Igualmente algún que otro compañero ha dibujado cosas que no puede ver. Me pregunto cómo fue capaz de adivinarlas. Yo no las veo. Nadie me las dijo. Nadie me las mostró. ¿Cómo sois capaz de verlas si yo no puedo? Ahora es demasiado tarde.

Ya está acabado. Es hora de pasar al siguiente. Da igual cómo lo hagan los demás, seguiré haciendo dibujo realista. Observaré y transcribiré lo que vea, nada más. Porque esa es mi técnica.

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