No me suele ocurrir. Olvidé las llaves. O tal vez las llaves me olvidaron a mí. Tal vez este lugar no me reconoce como suyo. O quizás yo no reconozca este como mi sitio. Hace frío. ¿De verdad quiero entrar?¿ De verdad deseo volver al cálido y superficial hogar?
¿Cómo puedo saber que no fue el destino el que me empujó a olvidar las llaves? Podría estarme indicando que es hora de irme, de no volver a mirar atrás.
Ahora dudo de que el calor que sentí fuera realmente real. Dudo que el frío que siento ahora no sea solo un sentimiento que intenta reemplazar el vacío.
¿Volver a casa me traerá de nuevo calor? Estando aquí sentada, sin las llaves, me hace reflexionar. Cada vez lo dudo más.
Si, realmente debería levantarme. Ya no las puedo recuperar, se quedaron dentro.
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