sábado, 4 de febrero de 2012

Recuerdos




Ya que este blog está dedicado a pensamientos positivos, escribiré sobre algo que nunca olvidaré y siempre hace que una sonrisa se me dibuje.

Ya hace muchos años, alrededor de diez. En aquellos tiempos vivía en Meixonfrío, en las "afueras" de Santigo, que realmente no son afueras, sino el barrio más alejado.
Hay varias imágenes en mi mente.Mi habitación con el gran armario que ahora está en la habitación de mi hermano en Teruel. En uno de los compartimentos guardaba los típicos muñecos de bebé con los carritos y demás accesorios. Tenía además mi cama y un escritorio barnizado, en el que había un montón de revistas y estaba siempre desordenado.En la pared de la ventana, cubierta por una cortina rosa había un radiador amarillo,pintado así por mi padre.
En el comedor estaba la gran mesa de metal y madera, en la que solíamos hacer cabañas. Teníamos también un ventilador de aspas en el techo donde poníamos cartas.Luego lo encendíamos y dejábamos las cartas volar. Estaba también el sofá cama, que tenía unos agujeros donde el gato se metía, y donde poníamos almohadas para encerrarlo. En él también recuerdo pasar tardes de verano viendo series en gallego.
Además de estas habitaciones recuerdo nuestro gran balcón, donde teníamos una mesa y una sombrilla, y donde teníamos encerrados a los saltamontes.
Las escaleras eran fantásticas. Eran unos de estos pisos en los que puedes cerrar con llave el portal, y no puedes salir si no tienes la llave,por lo que más de una vez nos quedábamos encerrados, pero no importaba.

En aquellos tiempos éramos cinco. Mis padres,mi hermano, mi primo y yo.

Los tres solíamos compartir los días juntos. En casa jugábamos con las muñecas, hacíamos cabañas con sábanas y pinzas, hacíamos "pociones" que contenían de todo y era un verdadero malgasto de comida, "colonias" mezclando todo lo que encontrábamos por el baño, grabábamos cintas en las que cantábamos y hacíamos documentales...



Lo mejor para el final. Y para mí no hay nada mejor que un monte gallego. Estando en las afueras era lo que más teníamos. Kilómetros y kilómetros de monte. "La fuente de abajo" así llamábamos a la fuente que estaba en el final de nuestra calle "Rúa do río". Y realmente no era una fuente, era un lavadero. Las tardes de verano ahí son inolvidables. Meterse en la fuente, bañar a las muñecas, empapar a tus compañeros...cada vez que lo pienso me entra envidia. Y el rumor del agua. Si cierro los ojos aún puedo oírlo. En nuestra calle había también una gran extensión de hierba, que no pertenecía a nadie, que era donde cazábamos saltamontes. Cogíamos los verdes, ya que los marrones eran venenosos.Los metíamos en botellas con agujeros.También los metíamos en el sótano del barco pirata de mi hermano y los metíamos en la fuente. Me encantaba ver cómo iban saliendo. De ahí aprendí que solo los fuertes sobreviven.
Siguiendo nuestra calle se hallaba una cuesta. Creo que se llamaba "La cuesta de los curas" o algo parecido.Ahí tenían un campo de baloncesto y la gente solía ir ahí a jugar. De ese lugar recuerdo una flor silvestre que se cerraba por la noche. No sé cuánto tiempo pasó, pero compraron todo ese terreno y lo podaron todo. Empezaron a edificar, y solíamos saltar las vallas para meternos en el terreno y sentirnos como si fuésemos aventureros, o sentir la emoción de hacer travesuras.


Subiendo "la cuesta de los curas" y cruzando una carretera estaba el monte. Aquel en el que te puedes perder.El peligroso monte gallego,frondoso,incontrolable y salvaje. Recuerdo que la primera vez que fui, con mi familia, hice un dibujo. Posteriormente me dedicaba a ir con mis primo y mi hermano.Explorábamos toda la zona,hasta llegar a un pequeño lugar en el medio del monte donde había una fuentecita.Era un lugar completamente aislado,verde y sobervio. No puedo describir cómo era,porque no hay palabras para hacerlo. Ese tal vez sea mi lugar favorito en el mundo. Lugar al que volví hace dos años.

Sabía que era lo que quería ver.Estaba deseando volver.Y por lo tanto fui una tarde, sin decirle nada a nadie, ya que seguramente no aprobarían que estuviese en un lugar tan peligroso sola.


Subín a inmensa estrada que leva a Meixonfrío. Crucei os lugares que adoitaba cruzar de pequena. Cheguei a miña rúa e mireila. Recoñecín a miña casa. Pareime en fronte e busquei cos ollos a miña fiestra.Fixen una foto. Seguín camiñando e de súpeto desexei non haber ido. Xa non había nada que algunha vez coñecese.Todo estaba cambiado. Xa non había ninguna árbore, o lavadeiro atopábase oculto, tanto que custóume encontralo.As vellas que adoitaban limpar a roupa desapareceran, e agora moitos nenos con cartos ocupaban o seu lugar. Había moitos chalets nos lugares donde adoitábamos xogar. O rumor da fonte apenas oíase.
Fun ao monte. Os berros desapareceron, e eu tranquiliceime. Nun primer momento fun polo camiño equivocado,(¿puiden verdaderamente equivocarme? era realmente fermoso e non arrepíntome)e logo atopei por onde adoitábamos ir. Pechei os ollos e dexéime levar. Cheguei a fonte, onde había un home lendo. Non me puiden quedar, pero baxei, bebín da fonte e volvín. Decateime entón que nunca volvería.







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